Alan Touraine plantea que el conflicto central en la sociedad actual, moderna y contemporánea es la lucha que libra el Sujeto contra, por un lado, el triunfo del mercado y por el otro, contra los poderes comunitarios autoritarios. O en otras palabras entre el universo de la instrumentalidad y el de la identidad.
Así algunos de los principales temas que plantea Touraine es la idea del sujeto y de su subjetivación, los movimientos sociales (o societales) la construcción de la sociedad por sí misma, el rol del sociólogo y su participación (o no) como intelectual en los procesos históricos y sociales; entre otros.
Entiende que el sociólogo debe mantener una distancia crítica y hasta casi “objetiva” con los fenómenos sociales y culturales que analiza, sin participación alguna como intelectual orgánico en el sentido Gramsciano del término y que éste debe contribuir a la formación de una sociedad libre, que rompe con los esquemas prefabricados, liberándose de juicios y prejuicios que trae al momento de analizar y comprender la sociedad.
Plantea una ciencia sin ideología, hasta casi entiende la posibilidad de hacer ciencia despojado de valores que permita al sociólogo plantearse por un lado como intelectual y por el otro como militante de una causa o como partícipe de los acontecimientos.
Así mismo el sociólogo debe estudiar el conflicto, entendiendo a éste como el motor de la sociedad, lo que facilita que una sociedad cambie, se transforme, avance y evolucione. Analizando los significados y lo que esta en juego en las acciones sociales; actos y discursos de diferentes niveles que debe discernir.
Por otro lado analiza los movimientos sociales, definidos por “…no estar orientados por valores conscientemente expresados (definidos) por el enfrentamiento de intereses opuestos por el control de las fuerzas de desarrollo y del ámbito de la experiencia histórica de una sociedad. (Touraine, A en Geoffrey Pleyers:737)
En torno a ello plantea que el Sujeto es el individuo en su búsqueda de ser actor, de ser el protagonista de su propia existencia, combinando la racionalización instrumental y las identidades, siendo capaz de emprender sus propias iniciativas, conociéndose a sí mismo a través de un ejercicio de introspección, con un sentido creativo a través del ejercicio de su pensamiento y resistiendo. Porque el sujeto sólo existe al movilizar el cálculo, la técnica, la memoria, la solidaridad, el compartir, el indignarse, al esperar, inscribiendo su libertad personal en las batallas sociales y las liberaciones culturales. “El sujeto más que razón, es libertad, liberación y rechazo” (Touraine: 67)
La producción de la sociedad por ella misma se realiza entonces por conflictos que oponen a los dos actores centrales y donde lo que está en juego se refiere a la propia historicidad. A partir de esta afirmación es que podemos organizar esquemáticamente como son la mayoría de los planteos de Alan Touraine, en el sentido que la mayoría de sus lecturas tienden a caer en un punto intermedio entre dos extremos contrapuestos y complementarios. Se podría decir que su sociología se basa en una tendencia hacia el equilibrio que se produce entre las dualidades y las posibles tonalidades de grises que se podrían gestar y que evitarían caer en los vicios de los totalitarismos, ya sean del mercado como eje motor y rector de la vida social, como del comunitarismo.
EL SUJETO:
El sujeto histórico es un concepto teórico e ideal, una meta a la cual ningún individuo puede llegar o lograr, pero que sirve de noción sociológica ara analizar y comprender la relación que los actores entablan con éste.
Según Alan Touraine para el individuo constituirse en sujeto es construir su propia existencia, la cual se conforma por un esfuerzo por parte del sujeto de alejarse del mercado y de los aparatos tecnocráticos que buscan absorberlo.
En este esfuerzo y en esta acción de oposición y resistencia el individuo se embarca en la búsqueda de su propia constitución de sí mismo como sujeto, como meta ultima de todo individuo. Y es lo que él denominó como “subjetivación”; entendida como el deseo del individuo de ser actor, protagonista de sus propias acciones.
Acciones que van a estar guiadas por la capacidad del sujeto de emprender sus propias iniciativas a través de un ejercicio de introspección, a través del ejercicio de su pensamiento y de resistir, como se dijo anteriormente por estar sumergido en la cultura de masa o estar encerrado en comunidades autoritarias Existe un desgarramiento identitario al que el sujeto se resiste.
Y como se planteó en la introducción, de esta monografía, Touraine se caracteriza por analizar y explicar sus principales conceptos partiendo del punto medio de los conceptos, por lo cual entiende que el sujeto se constituye en la alegría como en la tristeza, en lo que afirma como en lo que rechaza en una búsqueda de la felicidad individual, y no la constitución de una nueva sociedad o de un hombre nuevo.
Con lo cual nos da la idea de un individuo egocéntrico, individualista, independiente y aislado del resto de la sociedad, o del otro. Pero Touraine se anticipa un paso más a esa replica y alega que la felicidad individual y la constitución del sujeto solo es posible por la existencia y el reconocimiento del otro. Porque el sujeto solo existe al movilizar el cálculo, la técnica, la memoria, la solidaridad, el compartir, el indignarse, inscribir su libertad personal en las batallas sociales y las liberaciones culturales.
Lo que nos lleva a considerar la importancia que le otorga a la constitución del sujeto el hecho de la acción colectiva o la consideración y felicidad de los otros en referencia a la acción colectiva.
MOVIMIENTO SOCIAL:
Lo propio de un movimiento social es no estar orientado por valores conscientemente expresados, sino que se constituyen en un campo de conflicto que para Touraine es la libertad, en el sentido de que ésta situación permite la constitución del sujeto y se consagra como valor supremo para tal fin.
Se trata de actores que llevan su lucha al plano de la historicidad, es decir, que son grupos sociales que luchan con la finalidad de transformar los modelos culturales y conducir sus protestas hasta las orientaciones centrales de una sociedad.
Y para categorizarlos distingue tres principios que fundan cada movimiento social: la identidad la oposición y la totalidad. El primero de éstos hace referencia a la definición del actor por sí mismo a través del conflicto que lo constituye y lo organiza. Precediendo el movimiento social a esta conciencia.
Por otro lado, el principio de oposición, que consiste en la capacidad del movimiento para nombrar a su adversario. En el cual es el conflicto el que hace surgir al adversario y forma la conciencia de los actores involucrados en él. Las orientaciones comunes a estos dos adversarios llevan al principio de totalidad, que es el tercero de los principios en torno a los cuales se estructuran los movimientos sociales.
Así Touraine, agrega que es en el nivel cultural donde actualmente se juegan los desafíos mayores y es en términos culturales donde se concibe fundamentalmente al mundo actual. Sin dejar de lado a los ámbitos económicos y políticos como ámbitos de disputa, pero reconociendo que han perdido preeminencia e importancia, categorizando por sobre éstos al al campo cultural.
Estamos transitando hacia una cultura que va al interior, encaminada a la conciencia y la construcción de sí mismo; en donde la ambivalencia y la recomposición, conforman a los nuevos movimientos sociales que reclaman y revindican diversas temáticas, como religión, sexualidad, choque de civilizaciones, comunicaciones interinstitucionales, identidades, movimientos culturales y comunitarios, derechos culturales, etc.
Definiendo a estos movimientos sociales como movimientos societales, porque se instaura en el centro de las sociedades, colocando al sujeto como protagonista y actor fundamental del movimiento y a las libertades de éstos como objetivo final y absoluto.
Las características centrales de estos movimientos societales es que cuestionan las orientaciones centrales de la sociedad, porque ya no está más al servicio de ningún partido político, ni de demandas intelectuales o de grandes ideologías. Sino que defiende los derechos de libertad y de igualdad. Confronta al mercado y a su lógica y la clausura del cooperativismo, como modelo de opresión y de restricción de las libertades individuales, como autoritarismo que viene de afuera o como producto a de las grandes ideologías.
Estos ideales y consignas tan universales, generan mayor autonomía del movimiento, de tener que responder a partidos o a grandes ideologías, pero a las vez, da una mayor fragmentación a su interior.
Esto es producto de la mayor libertad que se persigue para que los sujetos puedan elegir, pero se genera un agotamiento del sujeto colectivo y de la fortaleza que éste tiene como espacio de confluencia y de aglutinamiento de múltiples sujetos.
Según el presente autor, en los movimientos societales, los sujetos promueven el respeto, la valorización de los derechos de la vida y no los derechos políticos. Es como si se pudiese establecer una separación entre los derechos individuales de los sujetos viviendo en sociedad, la política y las condiciones materiales de existencia. Porque entiende que ya no nos define la posición social que ocupamos, sino que lo que nos define en nuestra propia individualidad y constitución como sujeto, construidos hacia adentro.